Dusk

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Él despertó en un mundo que había visto antes, un mundo plagado de un perpetuo anochecer que permanecía al borde del ocaso. Miró hacia arriba para ver las estrellas, pero el cielo estaba vacío y todo lo que quedaba del tapiz de luces que alguna vez había conocido era ahora una opaca neblina anaranjada que llenaba el aire como por obligación. Generalmente había una banca cerca, una en la que alguna vez se sentó para ver el Sol hundirse detrás de las montañas para siempre. La banca ya no estaba. Las montañas ya no estaban.

Pero él seguía allí. Su traje y gorra todavía estaban allí. Su rostros, irreconocible como siempre, parecía desvanecerse en la bruma que lo rodeaba. Él lo sabía. Por un momento, podría haber jurado que el hombre parecía enojado, pero entre más lo observaba, más reconocía la emoción. Miedo. Tristeza. Aceptación.

"Algo ha pasado", dijo el hombre. Su voz parecía vacía y lejana.

Él asintió, "Si", dijo en él voz baja.

"Ya veo". El hombre tiró ligeramente del dobladillo e su abrigo. "¿Va a suceder de nuevo?"

Él no dijo nada.

El hombre se ajustó su sombrero. "Siempre pensé que uno debe esforzarse por salir luciendo lo mejor posible. Con dignidad, como en todas las cosas". Él se enderezó. "Supongo que esta será la última vez que te vea. No creo que estemos aquí por mucho más tiempo".

El hombre asintió bruscamente. "Antes de que todo acabe, creo que me gustaría saber si es que… si es que esta cosa que haz hecho valdrá la pena el precio que pagarás por ella". Él se rió, pero el sonido fue desgarrado por el viendo y desapareció en un instante. "Siempre pensé que habría un número que no tolerarían, pero parece que estaba equivocado. No creo que importe mucho ahora, y ciertamente menos para algo que no es más que un espectador, casi un fantasma desvaneciéndose, pero… la mente no puede evitar cuestionárselo".

Él se movió para hablar, pero las palabras se quedaron atrapadas en su garganta y se desvanecieron en la bruma. Los tristes ojos del hombre miraron en dirección hacia el horizonte, donde algo oscuro colgaba del cielo.

"Diles lo mejor de mi, ¿si?" El hombre no miró atrás. "Diles que fui digno, hasta el final".

En otro mundo, en una habitación oscura bajo una montaña de hielo, una enorme máquina crujió bajo una montaña de hielo con una fuerza inconmensurable. Un sonido bajo llenó el aire, y la neblina se detuvo. Cuando él miró hacia atrás, el hombre ya no estaba. Su sombrero bailó en el viento al caer por un momento, antes de doblarse hacia adentro y desaparecer.

Entonces, el Supervisor se despertó.

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